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Espacios de coworking como centros comunitarios: más allá del trabajo

El trabajo de oficina sigue siendo, a día de hoy, uno de los pilares fundamentales dentro del sector laboral en España. Si bien es cierto que nuestro país goza de una gran salud en otros sectores de atención al público, desde tiendas pequeñas a la propia hostelería o el turismo, las oficinas siguen llenándose de empresas y trabajadores. Y en los últimos años, el coworking ha sido uno de los formatos de trabajo que más valor ha ido adquiriendo.

Aunque tenemos fama de ser un país algo más anclado en los puestos de trabajo tradicionales, la tecnología está haciendo que España se ponga a competir con los países del norte de Europa en cuanto a empresas modernas. Y así es como el coworking moderno está tomando un nuevo aire, principalmente en las grandes capitales, convirtiéndose en un factor determinante para atraer a nuevo talento.

Y es que hoy por hoy, el coworking es mucho más que un espacio colaborativo de trabajo, evolucionando hacia un lugar más comunitario y social.

Coworking en España: un crecimiento constante

La expansión del coworking flexible en nuestro país se ha mantenido constante en los últimos años. De hecho, los últimos datos recogidos en 2024 apuntan a que ya hay cerca de 1500 espacios activos en todo el país, concentrándose en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Sevilla.

El simple alquiler de espacio ha dado paso a oficinas compartidas en las que los trabajadores de distintas empresas se pueden relacionar entre sí, con todo lo positivo que esto genera. El precio del suelo y el alquiler también afecta a este tipo de espacios, de la misma forma que afecta a la vivienda, uno de los grandes problemas de nuestro país. De ahí que muchas empresas hayan decidido alquilar estos espacios en oficinas abiertas para ubicar a sus trabajadores, o al menos, ciertos departamentos, usualmente los más creativos.

Este formato es también uno de los favoritos para las empresas extranjeras que cuentan con trabajadores nacionales. Especialmente en Barcelona encontramos coworking para freelancers, que comparten espacio con desarrolladores de plataformas online como Playjango Casino o con departamentos de marketing de startups nórdicas. Es muy interesante comprobar como empleados tan distintos pueden aprovechar no solo las instalaciones, sino también la propia convivencia entre ellos, para ser más eficientes en su trabajo.

Se espera que el sector siga creciendo en España, aunque tocará techo en unos años. El coworking para empresas supone un sector importante, aunque todavía minoritario en buena parte del territorio. Más allá de las grandes ciudades, los edificios de oficinas estancas siguen proliferando, acogiendo a empresas de todo tipo.

Los trabajadores freelancers pueden ser el nuevo objetivo de estos espacios compartidos de trabajo, al tener mayor flexibilidad en sus funciones.

De espacios de trabajo a lugares sociales

Si analizamos el formato de trabajo en estos espacios de coworking, seguramente nos llevaremos una sorpresa. Porque muchos todavía piensan que son oficinas grandes, con diseño moderno y algunas zonas comunes, en las que la interacción entre empleados es mínima. Sin embargo, es precisamente eso lo que está cambiando en los últimos años, dando paso un coworking colaborativo que suma un punto más a favor de este formato.

Las empresas saben que alquilar un espacio de este tipo debe suponer un punto de inflexión para los trabajadores que se empleen en ellos. No sirve de nada tener un coworking en un edificio espectacular si luego no aprovechas las ventajas únicas de este formato.

Los eventos de networking están a la orden del día, desde reuniones con equipos multidisciplinares de diferentes empresas a afterworks con vino de la tierra. De esta manera, el coworking estanco está dando paso a un espacio con una identidad propia, más comunitario, donde la relación entre los empleados es mucho más cercana.

La mentalidad de las empresas extranjeras suele ser más abierta en este sentido, frente a lo tradicional de las empresas clásicas españolas. Sin embargo, muchas startups están aprovechando este formato para retroalimentar a sus empleados con fórmulas diferentes a la hora de realizar su trabajo. Al compartir espacio con otros equipos, que pueden ser muy diferentes al suyo, los empleados terminan expandiendo también su manera de pensar y de actuar. Espacios como un coworking con café, para mantener pequeñas reuniones distendidas con otros empleados de diferentes empresas, se están poniendo muy de moda.

Colaboración, creatividad y participación local

Los espacios de coworking funcionan ya como oficinas totalmente abiertas y compartidas por diferentes departamentos y empresas, así como trabajadores autónomos. En estos lugares, las empresas y los freelancers encuentran espacios más colaborativos, nutriéndose así del coworking creativo para sus proyectos. Esto es muy habitual en Madrid y Barcelona, donde hay espacios especialmente pensados para fotógrafos, escritores, publicistas y demás perfiles creativos, que se retroalimentan entre sí.

El networking profesional es una de las virtudes más destacadas de estos espacios, ya que se da de forma natural. Si se comparte oficina con otros creadores, lo lógico es que se acabe colaborando con ellos de una forma muy fluida y orgánica. Esto da pie también a proyectos muy interesantes que han nacido precisamente en estos espacios de coworking. Y es que, al fin y al cabo, muchos emprendedores buscan relacionarse con personas que tienen sus mismos objetivos, sus mismas aspiraciones.

La participación local también es un punto muy interesante dentro de estas oficinas abiertas. Y es que en un coworking de una gran capital se pueden reunir trabajadores de muchos lugares diferentes, pero esto es precisamente lo que ayuda a que la propia ciudad siga creciendo, en todos los sentidos.

La colaboración en equipo de diferentes departamentos dentro de una misma empresa, o de distintos empleados de empresas diferentes, genera un clima comunitario muy sano. Esto es perfecto para ver el espacio de trabajo como un lugar abierto y enriquecedor, y no simplemente un sitio en el que encerrarse durante horas.