La economía colaborativa es una opción para muchas personas hoy día. Este nuevo estilo establece relaciones más humanas entre los individuos que desean intercambiar bienes y servicios. Aunque es un modelo novedoso, los numerosos y exitosos ejemplos de economía colaborativa demuestran que esta es el camino hacia el futuro.
¿Por qué es este modelo preferido por tantas personas? Pues, definitivamente, porque propone productos y servicios más baratos. Funciona a través de plataformas online a las que es muy fácil acceder. Además, brinda la oportunidad de tener experiencias maravillosas a precios muy asequibles.
La economía colaborativa es la oportunidad perfecta para los emprendedores. Si tienes ideas para comenzar a sacar adelante un negocio, mediante este modelo puedes conseguir financiación.
Aquí te proponemos algunos ejemplos de economía colaborativa que pueden servirte de inspiración.
A pesar de ser un fenómeno moderno que todavía necesita algunos ajustes, la economía colaborativa se mueve ya dentro de varios sectores. Veamos con más detalle cómo funciona.
Es considerado el prototipo de la economía colaborativa. Por eso lo mencionamos como el primero de los ejemplos de economía colaborativa. Sin duda alguna, es una de las formas de transporte de mayor popularidad en estos tiempos. A simple vista funciona como una compañía tradicional. Es la intermediaria entre los usuarios necesitados de un taxi y los conductores.
Sin embargo, hay una diferencia fundamental. En este caso, los conductores son particulares que utilizan sus propios autos para ofrecer un determinado servicio. Tú tienes un vehículo y yo necesito uno: podemos ayudarnos mutuamente. Este es el principio que rige Uber.
¿Cómo funciona? Si estás interesado en utilizar un Uber, solo tienes que usar su aplicación. Reservas un viaje a través de ella y rápidamente recibes una descripción del auto y la hora de su llegada.
¿Cómo se realiza el pago? Pues una vez terminado el servicio. La cantidad requerida se toma de la cuenta del usuario.
Al final, no importa si eres el chofer o el pasajero, no olvides dejar tu evaluación. Esta es fundamental para el funcionamiento de Uber.
Es una red que pone en contacto a diferentes individuos para compartir un auto ya sea en el rol de pasajeros o de conductores. Su irrupción ha sido un tanto problemática pues las empresas tradicionales de transporte se quejan de la pérdida de los clientes.
Por supuesto prefieren esta oferta más barata. Sobre todo los jóvenes de 18 a 25 años que constituyen el 40 % del total de usuarios. Se estima que el uso de este sistema ha ahorrado más de 200 millones de euros en total a los que se decantan por esta opción.
Los conductores reciben su dinero después que dejan al pasajero en su destino a través de una cuenta en el banco o de Paypal. Si hay un espacio donde las opiniones de los usuarios son decisivas, es Blablacar. De hecho, cuando los pasajeros han valorado negativamente el trabajo de un conductor, en varias ocasiones, este ha sido despedido de la red.
Otro de los más existosos ejemplos de economía colaborativa. La empresa surgió en 2008 con el objetivo de ofrecer viviendas en alquiler. Hoy día si quieres viajar a cualquier ciudad del mundo puedes utilizar la página web o la aplicación y encontrar una habitación, un hostal o un apartamento en los que obtener hospedaje.
En la búsqueda puedes establecer el rango de precios de tu preferencia. Asimismo, tienes la posibilidad de elegir en qué parte de la ciudad quieres quedarte y las comodidades que deseas tener.
Un inconveniente de la economía colaborativa, y Airbnb no es una excepción, es que no ofrece garantías de calidad en el servicio que estás pagando. A través de esta plataforma digital solo puedes rentar el espacio que más te haya gustado según las fotos y la información que allí aparecen. También se responsabiliza de hacer los pagos a los anfitriones.
Sin embargo, siempre tienes la oportunidad de valorar todas las experiencias vividas en Airbnb. Tanto anfitriones como clientes reciben una evaluación. Esta será de gran importancia pues es la manera en la que cada usuario va construyendo su reputación en el sector.
Ahora bien, Airbnb no ha estado libre de polémica. Su éxito ha provocado que muchas de las viviendas en alquiler en las diferentes ciudades se destinen solo a los turistas. Esto constituye un gran problema para los habitantes nativos de cada urbe que ven aumentar las demandas de espacio y reducirse las ofertas.
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Este ejemplo de economía colaborativa tiene muchas características en común con Airbnb. Pero se enfoca sobre todo en el sector vacacional en espacios alejados de la ciudad. Chalets y casas de campo son su especialidad. Al igual que con Airbnb a través de la página web o una aplicación puedes alquilar el espacio que mejor te convenga. Posee un millón de casas distribuidas en más de 150 países.
La principal diferencia con Airbnb es que los propietarios que desean promocionar su vivienda pagan una cuota anual. Desde hace poco tiempo ofrece, además, la posibilidad de publicar anuncios de forma gratuita. Finalizado cada alquiler, la compañía cobra un pequeño porciento como comisión.
Por supuesto que Homeaway también insiste en que huéspedes y propietarios dejen su opinión. En esta web, los usuarios tienen hasta un año para hacer su valoración. Esta será visible para todos los usuarios dentro de las primeras 48 horas.
Todo comenzó en España en 2014. Esta es una aplicación que posibilita la venta de ropa y productos de segunda mano. Tiene en cuenta la localización geográfica de los usuarios a la hora de proponerle un artículo determinado.
Por otra parte, en esta web puedes gozar de cierta privacidad. Si estás interesado en comprar algo, puedes ponerte en contacto con el vendedor a través de un chat. De esta manera, tienes más libertad para hacer las preguntas que quieras e, incluso, para regatear el precio.
No es solo una forma sencilla de comprar ropa, sino una de las más divertidas. Puedes acceder al armario de una persona y comprar las prendas que más te gusten. Y también tienes la oportunidad de hacer de tu armario tu propia tienda.
Sí, es un ejemplo de economía colaborativa que suena un poco loco, pero es una idea genial. En esta plataforma digital puedes encontrar personas con las que compartas el mismo estilo a la hora de vestir. Ellas te darán acceso a su armario y tu podrás elegir.
Por supuesto, tú también puedes ser un vendedor. De seguro, tienes un montón de ropa que, aunque te gusta, no la vas a usar nunca más. ¡Perfecto! Haz un poco de dinero con ella. Publícalas en Chicfy y alguien estará muy feliz de adquirirla.
La plataforma solo es responsable de que los procesos de compra y envío marchen sobre ruedas. Los precios son establecidos por cada vendedor.
Solo 20 años necesitó Netflix para dejar de ser un videoclub y convertirse en una de las empresas distribuidoras de audiovisuales en stream más exitosas. Antes para disfrutar de una peli o show había que alquilar DVDs o Blu-rays.
Sin embargo, las ofertas de Netflix resultan más baratas para los usuarios. A cambio de una cuota mensual, esta plataforma digital, ofrece a los espectadores una cantidad ilimitada de audiovisuales que pueden ser disfrutados en cualquier momento.
Además, los materiales que se proyectan en streaming no son desechados. Permanecen en la empresa para ser disfrutados una y otra vez.
Estos son solo algunos ejemplos de economía colaborativa. Esta modalidad está en disímiles sectores de la vida humana. Si vamos de viaje, pensamos en alquilar un lugar a través de Airbnb. Cuando de necesitar un taxi se trata, lo primero que viene a nuestra cabeza es llamar un Uber. Ni qué decir Netflix, que hoy día le hace la competencia hasta al propio cine.
La economía colaborativa ha entrado para quedarse en nuestras vidas. Es parte de la manera en la que nos relacionamos con otras personas y con el medio que nos rodea. Entenderla es vivir en un mundo más humano y sostenible.
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